La crisis de los misiles cubanos y Jruschov: cómo casi comienza una guerra nuclear

Los días 27 y 28 de octubre de 1962 pasaron a la historia como algunos de los momentos más tensos en las relaciones entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. En esas fechas, el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear. A pesar de la gravedad de los eventos, hoy en día este episodio ha sido en parte olvidado, y son escasos los documentales y programas que abordan la crisis de los misiles cubanos en profundidad. Pero, ¿qué ocurrió exactamente en el otoño de 1962 que casi desata una catástrofe global?
La Revolución Cubana y el interés soviético
El año 1959 fue un punto de inflexión para la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría. En Cuba, Fidel Castro y sus seguidores lograron derrocar al régimen proestadounidense y establecieron un gobierno comunista. Para la URSS, esto significó varios beneficios estratégicos. En primer lugar, el bloque comunista ganaba un nuevo aliado en América Latina, a solo 145 kilómetros de la costa estadounidense. En segundo lugar, y más importante, la Unión Soviética tenía la oportunidad de establecer una base militar con misiles nucleares cerca de territorio norteamericano, equilibrando la amenaza de las ojivas nucleares estadounidenses desplegadas en Turquía.
Como era de esperar, los Estados Unidos condenaron el derrocamiento del régimen en Cuba y establecieron un bloqueo económico casi total sobre la isla. La URSS, por su parte, respaldó a Cuba convirtiéndose en el principal comprador de azúcar cubano y en su principal proveedor de productos petrolíferos. Además, la Unión Soviética comenzó a suministrar armas modernas a la isla caribeña, preparando el terreno para el despliegue de los misiles.
El enfrentamiento entre EE.UU. y la URSS
A pesar de las duras declaraciones del presidente estadounidense John F. Kennedy sobre la inadmisibilidad de la presencia soviética en Cuba, el gobierno de Estados Unidos no tomó medidas directas de gran alcance en un primer momento. Sin embargo, a partir de 1961, Cuba comenzó a enfrentar ataques por parte de grupos de exiliados, apoyados de manera encubierta por la CIA. Estos ataques fueron repelidos con éxito, y la URSS decidió dar un paso más: instalar misiles nucleares en suelo cubano para disuadir cualquier intento de invasión estadounidense.
Cuando los servicios de inteligencia de Estados Unidos detectaron la construcción de las instalaciones de misiles en octubre de 1962, la crisis alcanzó su punto álgido. La Marina estadounidense estableció un bloqueo naval alrededor de Cuba para impedir la llegada de más ojivas soviéticas a la isla, pero para ese momento ya había misiles nucleares soviéticos en territorio cubano.
El momento de mayor tensión: octubre de 1962
Hasta octubre de 1962, las autoridades soviéticas habían negado la construcción de una base de misiles en Cuba. Sin embargo, las fotografías de reconocimiento de aviones espía estadounidenses mostraban claramente la presencia de instalaciones militares en la isla. La situación se volvió extremadamente tensa el 27 de octubre, cuando las defensas soviéticas en Cuba derribaron un avión de reconocimiento estadounidense con un misil antiaéreo, causando la muerte del piloto. La posibilidad de una guerra nuclear entre las dos superpotencias era inminente.
Ambos países se encontraban en alerta máxima, y sus fuerzas armadas estaban listas para el combate. En Estados Unidos, se vivieron escenas de pánico, con ciudadanos refugiándose en búnkeres antiaéreos. La situación se tornaba cada vez más crítica, y el mundo entero observaba con temor lo que parecía el preludio de una catástrofe nuclear.
La carta de Jruschov y el acuerdo con Kennedy
En medio de la creciente tensión, el líder soviético Nikita Jruschov tomó la iniciativa de enviar una carta a John F. Kennedy el mismo 27 de octubre. En ella, propuso una solución diplomática al conflicto: la retirada de los misiles soviéticos de Cuba a cambio de la retirada de los misiles estadounidenses de Turquía. Kennedy aceptó la propuesta al día siguiente, el 28 de octubre, y con ello se desactivó la crisis.
La crisis de los misiles cubanos concluyó, pero dejó una marca indeleble en la historia de la Guerra Fría. Ambos líderes lograron evitar el enfrentamiento directo, y el mundo respiró aliviado.
Reflexiones sobre la crisis: ¿políticos visionarios o débiles?
Evitar una guerra nuclear fue sin duda la mejor decisión tomada por ambos líderes en ese momento. Sin embargo, la percepción de sus acciones varió. En el caso de John F. Kennedy, su asesinato en 1963 impidió que los estadounidenses realizaran un análisis profundo de su papel durante la crisis. Por otro lado, Jruschov enfrentó duras críticas dentro de la Unión Soviética. Algunos lo acusaron de haber mostrado debilidad frente a Estados Unidos, mientras que otros lo culpaban de haber llevado al país al borde de la guerra.
Para muchos analistas, el liderazgo de Jruschov durante la crisis fue fundamental para evitar un conflicto catastrófico. Sin embargo, su decisión de desplegar los misiles en Cuba también se considera un error de cálculo que puso en riesgo la paz mundial.
El legado de la crisis de los misiles cubanos
La crisis de los misiles cubanos no solo cambió el curso de la Guerra Fría, sino que también marcó el comienzo de una nueva era de diplomacia y desescalada nuclear. Tras el acuerdo, se estableció una línea de comunicación directa entre Washington y Moscú, conocida como el teléfono rojo, para evitar malentendidos y reducir el riesgo de futuras confrontaciones nucleares.
Este episodio también sirvió para que ambas superpotencias comprendieran la destrucción mutua asegurada que implicaba un conflicto nuclear y la necesidad de mantener un equilibrio en el poder militar. La crisis de los misiles cubanos sigue siendo un ejemplo de cómo la diplomacia y la negociación pueden prevalecer en situaciones de alta tensión, evitando la tragedia de una guerra.