Coloso de Rodas: la tragedia de su creador

Coloso de Rodas


El Coloso de Rodas, una de las siete maravillas del mundo antiguo, era una estatua monumental dedicada al dios griego Helios, el protector de la isla de Rodas. Según la leyenda, Helios fue quien salvó la isla del asedio del general Demetrio Poliocertes, obligando al ejército enemigo a retirarse. Para celebrar la victoria, los habitantes de Rodas vendieron las armas de asedio abandonadas y utilizaron el dinero para erigir un monumento en honor a su deidad.

La creación del Coloso

A pesar de su fama, el aspecto exacto del Coloso de Rodas y su ubicación precisa son un misterio. No han sobrevivido dibujos ni bocetos contemporáneos, y solo a través de las descripciones de antiguos historiadores se ha podido reconstruir una imagen aproximada del monumento.

Se cree que la estatua representaba a un joven desnudo con una corona radiante que simbolizaba el sol. En una mano sostenía una antorcha, mientras que con la otra cubría su rostro del resplandor. Aunque grabados medievales la representaban como un guardián colosal a la entrada del puerto de Rodas, los estudios arqueológicos modernos sugieren que el Coloso se alzaba sobre una colina, en el lugar donde hoy se encuentra el Palacio de la Orden de San Juan, construido en el siglo XV. Desde allí, la estatua habría sido visible tanto para los barcos que llegaban a la isla como para las tierras vecinas.

Coloso de Rodas, Edward Francis Burney, 1790–1800
Coloso de Rodas, Edward Francis Burney, 1790–1800

La estructura del Coloso

La altura del Coloso era impresionante, con estimaciones que varían entre 30 y 36 metros, o 70 codos, según el historiador romano Plinio el Viejo. La base de la estatua consistía en tres pilares de piedra que daban soporte a las piernas y al torso, mientras que un tercer pilar adicional proporcionaba estabilidad.

La estructura del Coloso era una combinación de metal y arcilla. Se construyó una estructura de metal sobre la que se aplicó arcilla reforzada con madera. Posteriormente, se recubrió la estatua con láminas de bronce. Para facilitar el trabajo de los artesanos, se erigió un montículo de tierra alrededor de la estatua que se iba elevando a medida que avanzaba la construcción. Una vez completada, la tierra fue retirada, revelando por primera vez la imponente figura del Coloso.

La tragedia de Hares, el creador

La realización del Coloso fue obra de Hares de Lindos, un escultor apasionado que se entregó por completo a la creación de este monumento. Sin embargo, lo que inicialmente parecía un sueño se convirtió en su mayor tragedia personal. Durante el proceso de construcción, los habitantes de Rodas cambiaron los términos del acuerdo, solicitando una estatua aún más grande de lo planeado, pero sin proporcionar los fondos adicionales necesarios.

Hares se vio obligado a utilizar sus propios ahorros para continuar la obra, y cuando estos se agotaron, pidió préstamos a amigos, familiares y prestamistas. Las deudas crecieron de manera descontrolada, y el escultor, acosado por los acreedores y abandonado por aquellos en quienes confiaba, cayó en una profunda desesperación. Incapaz de soportar la presión económica y emocional, Hares terminó quitándose la vida.

La caída del Coloso

La gran creación de Hares no sobrevivió mucho tiempo después de la muerte de su creador. Apenas 56 años después de su finalización, en el año 226 a.C., un terremoto devastador sacudió la isla de Rodas, haciendo que la estatua se rompiera por las rodillas y cayera al suelo. A pesar de su destrucción, los restos del Coloso continuaron impresionando a quienes los visitaban.

Plinio el Viejo, que vio de primera mano los restos del monumento, describió lo que encontró con estas palabras: “Grandes cuevas se abren en pedazos rotos. En su interior se pueden ver enormes bloques de piedras, cuyo peso dio estabilidad al coloso”. La majestuosidad del Coloso era tal que, incluso en ruinas, seguía asombrando a todos los que se encontraban con sus restos.

El fin del Coloso y su legado

Aunque muchos reyes ofrecieron ayuda para reconstruir el Coloso, el oráculo prohibió a los rodios hacerlo. Según la profecía, la estatua había ofendido a los dioses, y si se intentaba erigirla nuevamente, Helios inundaría la isla como castigo. Así, los restos del Coloso permanecieron en el suelo durante más de mil años.

Finalmente, en el siglo VII d.C., los fragmentos del Coloso fueron vendidos como chatarra a un comerciante extranjero. La historia cuenta que mil camellos fueron necesarios para transportar todo el bronce de la estatua. Con esta venta, terminó la historia del Coloso de Rodas, una de las maravillas más impresionantes del mundo antiguo.

A pesar de su trágico final, el Coloso de Rodas sigue siendo un símbolo de la ambición humana y de la grandeza de una civilización que dejó una huella imborrable en la historia. Aunque el monumento ya no se alza sobre la isla, su leyenda continúa inspirando a quienes buscan comprender el esplendor y los desafíos del mundo antiguo.