¡Definitivamente no sabías esto sobre los aztecas!

Hombre azteca

Los aztecas fueron un pueblo que habitó el centro de México y que, entre los siglos XIV y XV, desarrolló una civilización avanzada que luego fue destruida por los colonizadores europeos. A día de hoy, en esa región viven alrededor de 1,5 millones de descendientes de los aztecas, quienes se han asimilado a la cultura moderna. Sin embargo, la historia y la cultura originales de los aztecas son sumamente ricas y fascinantes, por lo que no deberían ser olvidadas.

¿Cuál es el verdadero nombre de los aztecas?

El pueblo antiguo conocido como los aztecas nunca se autodenominó de esta manera. Fueron los europeos quienes les otorgaron este nombre, asociando su origen con la ciudad semimítica de Aztlán, ubicada en algún lugar del norte y considerada el hogar ancestral de los aztecas. Sin embargo, el nombre original que se daban a sí mismos era “Mexica”, un término que, con el tiempo, dio lugar al nombre de México.

Almacenamiento avanzado: escritura y registro

La lengua de los aztecas, el náhuatl, encontró su expresión escrita a través de signos pictográficos. La escritura era un privilegio de la casta más alta de la sociedad, particularmente de los sacerdotes y escribas especialmente formados. Los aztecas utilizaban como soporte de escritura papel elaborado a partir de la corteza de árbol o piel de ciervo, y en lugar de tinta, empleaban carbón vegetal que luego podían colorear con tintes naturales.

Los registros que llevaban eran diversos, incluyendo documentos históricos, fiscales y religiosos, además de colecciones de poesía manuscritas. A veces organizaban la información en temas específicos, creando libros completos que conocemos hoy como códices. Estos códices se han convertido en valiosas fuentes de información sobre la vida y costumbres de los aztecas.

Costumbres funerarias: el viaje al más allá

Las prácticas funerarias de los aztecas reflejaban su visión de la vida y la muerte. Preferían enterrar a sus muertos bajo el piso de sus propias casas o en sus cercanías. Sin embargo, solo las clases privilegiadas podían optar por la cremación. Los aztecas creían que el fuego purificaba el alma de un gobernante o guerrero, permitiéndole tomar un «camino corto» hacia el cielo.

En muchas ocasiones, el difunto iba acompañado de un perro fiel, que era enterrado o incinerado junto con su dueño. Esta práctica se basaba en la creencia de que el perro ayudaría a su amo a atravesar los peligros del inframundo y llegar al más allá.

Venta de niños como esclavos: una realidad difícil

La sociedad azteca trataba a los niños de manera muy distinta a la que consideramos habitual en el mundo moderno. Si una familia caía en la pobreza o acumulaba deudas, no era raro que vendiera a sus hijos a traficantes de esclavos. Incluso había quienes, desesperados, se vendían a sí mismos para pagar sus deudas.

Sin embargo, esta situación no siempre era definitiva. Si el niño trabajaba bien y aportaba ingresos a la familia, era posible que con el tiempo sus padres reunieran el dinero necesario para volver a comprar su libertad. No obstante, muchas personas que cayeron en la esclavitud nunca lograron salir de ella. A pesar de eso, la esclavitud en la sociedad azteca tenía ciertas particularidades que la diferenciaban de otros sistemas.

Un sistema de esclavitud único

La esclavitud en la sociedad azteca era muy diferente de la esclavitud europea. Para empezar, los hijos de los esclavos nacían libres, lo que significaba que no pertenecían a nadie desde su nacimiento. Además, los esclavos podían poseer tierras, bienes y hasta esclavos propios.

Existía una manera especial de recuperar la libertad: si un esclavo lograba alcanzar un templo, era considerado bendecido y automáticamente recobraba su condición de persona libre. Además, si un esclavo intentaba huir, solo su dueño y familiares directos podían intentar capturarlo; nadie más tenía el derecho de perseguirlo.

Otra característica destacable de la esclavitud azteca era que se basaba en un contrato y no en la violencia. Los esclavos podían ahorrar dinero y comprar su libertad, lo que les daba una posibilidad de salir de su condición. Este sistema contractual hacía que la esclavitud azteca fuera más flexible y menos opresiva en comparación con otros sistemas esclavistas de la época.