Datos interesantes sobre la alquimia y los alquimistas
Alquimia: cuántos significados tiene esta palabra. Inmediatamente ante tus ojos aparece la maravillosa e increíblemente emocionante búsqueda de recetas secretas para convertir el plomo en oro, el trágico y sorprendente destino de buscadores sinceros y simplemente charlatanes. Hoy en día ya nadie se toma en serio la alquimia, aunque la ciencia permite la posibilidad de transformar unas sustancias en otras. ¡Sin embargo, esto no hace que la historia del desarrollo de las misiones alquímicas sea menos apasionante!
Hermes y la alquimia
La patria de la alquimia fue el Antiguo Egipto, que se sintió atraído por todo tipo de ciencias ocultas. Su antepasado fue considerado la hipóstasis griega del dios Thoth: Hermes Trismegistus. Después de completar sus experimentos, los alquimistas sellaron sus vasijas con un sello en el que estaba tallada la imagen de Hermes, después de lo cual quedaron «herméticamente selladas».
Piedra filosofal
El elemento principal de la alquimia es la piedra filosofal, cuya tarea era transformar los metales comunes en nobles. La piedra no era la única forma de esta sustancia. También podría ser un polvo o un líquido. Los alquimistas creían que la piedra filosofal ayudaría a obtener minerales preciosos artificialmente, haría que las plantas dieran frutos más activamente y las enfermedades retrocedieran. Además, se suponía que prolongaría la vida y preservaría la juventud para siempre. El alquimista Alberto Magno creía que el mercurio, el arsénico, las incrustaciones de plata y el amoníaco, habiendo pasado por todas las etapas de las transformaciones químicas, acabarían convirtiéndose en la piedra filosofal.
Persiguiendo oro
En todo momento, a los alquimistas sólo se les exigía una cosa: el oro. Aquellos que declararon su capacidad para obtener oro en el laboratorio, la mayoría de las veces resultaron ser charlatanes, y aquellos que hablaron directamente sobre su incapacidad para lograr el objetivo, intentaron arrebatarles la receta mediante prisión y tortura. El gran filósofo inglés, monje y alquimista a tiempo parcial, Roger Bacon, no escapó a este destino. Todos sus intentos por conseguir oro fueron en vano. Sus hermanos en la fe intentaron durante mucho tiempo persuadirlo para que les diera la receta, pero él sólo repitió que no poseía ningún conocimiento secreto. Después de esto, Bacon fue acusado de herejía y encarcelado durante quince años.
El fósforo es más caro que el oro
En 1699, Brand Hennig intentó aislar el oro de la orina humana. Después de completar los procedimientos de destilación, evaporación e incandescencia, el alquimista recibió un polvo blanco inusual que puede brillar en la oscuridad. Henning lo consideraba la materia prima del oro, por eso lo llamó fósforo, que en griego antiguo significa «portador de luz». Después de intentos persistentes pero infructuosos de sintetizar oro a partir de fósforo, el alquimista finalmente se dio por vencido y comenzó a vender el polvo a un precio increíblemente alto.
Exponiendo a los alquimistas
La alquimia llegó a su fin en el siglo XVII. después de una serie de revelaciones que afectaron a sus pocos seguidores. El último alquimista inglés fue James Price, que quiso a toda costa revivir la ciencia moribunda y para ello recurrió a la falsificación. En el laboratorio de su casa, realizó el siguiente experimento ante invitados de alto rango: Price mezcló mercurio con un poco de polvo blanco y obtuvo plata, luego lo mezcló con rojo y obtuvo oro. Gracias al exitoso experimento, el alquimista se hizo increíblemente popular. Sin embargo, esto no duró mucho. Los químicos de la Royal Society ni siquiera permitieron la posibilidad de una transformación milagrosa del mercurio en oro, por lo que comenzaron a obligar a Price a repetir el experimento ante una comisión científica. Si fracasaba, era declarado mentiroso y charlatán. El alquimista recibió a los científicos en su casa, luego, disculpándose, salió por la puerta y bebió un cóctel preparado de vino y ácido prúsico.